Leia a íntegra:
Por Dario Pignotti
Haciéndose con el botín. En el Congreso brasileño se legisla con la urgencia dictada por grupos de poder cuyas exigencias son cumplidas sin objeciones. En tiempo record fue aprobado el congelamiento del gasto público por 20 años y la reforma laboral. Ahora se trabaja a marcha forzada para alterar el sistema electoral a fin de permitir la supervivencia de la clase política responsable del golpe contra Dilma Rousseff y haber apoyado el desmantelamiento del Estado. El punto más alto de este saqueo a la democracia será, si es aprobado, la implantación del parlamentarismo, que no es más que “un eufemismo usado por (Michel) Temer para dar apariencia legal a una maniobra para impedir la gobernabilidad si Lula si gana las elecciones del año que viene”, explica en esta entrevista Carlos Zarattini, presidente del bloque de Diputados del PT.
“Ellos están preocupados porque ven cómo Lula resistió al hostigamiento de la justicia. ¿Y si fracasa todo lo que está haciendo el partido judicial para tornar inviable su candidatura?. Ahí van a probar con el Parlamentarismo para que Lula sea un presidente sin poder”.
–¿Es factible?
–La Constitución fija que se puede consultar sólo una vez sobre el sistema de gobierno, y así se hizo en el plebiscito de 1993, cuando ganó el presidencialismo que tenemos ahora. Fue un plebiscito donde se consultó por el presidencialismo, el parlamentarismo y la monarquía, aunque parezca absurdo. Entonces ya no se puede consultar otra vez, porque la Constitución prohíbe hacer otro cambio de gobierno.
–¿Lula podrá superar esta carrera de obstáculos y ser candidato?
–Nosotros creemos que podrá serlo porque no hay ninguna acusación concreta contra él en la justicia, más allá de las especulaciones, las delaciones premiadas. El juzgamiento es cada día más político, falto de rigor técnico. Es un proceso político que ha fracasado políticamente porque Lula después de ser condenado por el juez Sergio Moro creció tres puntos en las encuestas. ¿Y por qué pasa esto? Porque en Brasil el electorado se divide en un tercio petista, un tercio antipetista y un tercio fluctuante. Cuando comenzó Lava Jato Moro tenía la simpatía de ese tercio fluctuante, pero su credibilidad fue cayendo, aunque sigue siendo importante. Y ese tercio fluctuante empieza a fluctuar hacia Lula.
–La ventaja de Lula es que inició la campaña electoral un año antes que resto. ¿Es así?
–Si, asi es. Lula está muy animado, ahora va a realizar una caravana por el nordeste que es una ventaja política muy grande porque la derecha no tiene un candidato único como quisiera la Red Globo. La derecha está dividida en múltiples grupos, el PSDB (del ex presidente Cardoso) prácticamente está acabado porque no tiene una dirección y no tiene arraigo popular como el PT. El PMDB, de Temer, tiene toda su dirección envuelta en corrupción, envuelta hasta la cabeza. En medio de ese vacío el militar retirado Jair Bolsonaro va ganando espacio, pero me parece que ellos no están a gusto con alguien tan de ultraderecha. Ellos parecen preferir alguien como Geraldo Alckmin (gobernador San Pablo), Rodrigo Maia (jefe de Diputados) o Joao Doria (alcalde de San Pablo), están testeando. Lo que buscan es uno que pueda enfrentar a Lula, y no lo han encontrado, sondearon a la presidenta del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia (Antunes) pero ella no tiene ningún encanto popular.
–Temer dejará un techo de gastos y la reforma laboral. ¿Cómo gobernar con tantas limitaciones?
–Estos años de gobiernos conservadores dejarán un legado, indudablemente. Esto se aplicará en Argentina si gana Cristina, o acá si Lula recupera el gobierno. Indudablemente vamos a tener que hacer frente a realidades muy distintas de las que dejamos cuando nos fuimos del poder.
Macri y Temer van a dejar su huella. Nosotros tenemos claro que ganar las elecciones es relativamente fácil en Brasil por la popularidad de Lula, pero si ganamos lo difícil va a ser gobernar el país que nos dejaron. El país está destrozado: una recesión pesada, un desempleo altísimo que ya está llegando a los 14 millones, las cuentas públicas en una situación calamitosa a nivel federal, provincial y municipal. No hay plata.
¿Y por qué el país no estalla, la bolsa no se derrumba, no hay corrida bancaria? Porque el mercado sabe que Temer está al servicio de ellos. Si Lula estuviera ahora en el gobierno, con los números actuales, el país estaría incendiándose.
–¿Lula haría un gobierno de conciliación o confrontación?
–No se trata de conciliar o confrontar, el punto es tener un proyecto económico que sea capaz de mejorar la vida del pueblo, para poder hacer transformaciones estructurales, importantes. Si Lula gana, no podemos permitir que estalle la inflación, que se dispare el desempleo, nosotros tenemos que dar respuesta inmediata a las expectativas del pueblo. Esto es algo que hay que hacer para mantener el apoyo de la gente, y esto es algo que de cierta manera se hizo en Venezuela, primero con Chávez y ahora con Maduro, que es hacer que una parte de la población defienda al gobierno, y se está viendo en Venezuela que a pesar de que la economía está a los tumbos una parte de la población sigue apoyando.
–¿Por qué faltó apoyo popular para contrarrestar el golpe contra Dilma?
–Fueron muchas razones, fuimos masacrados por el mercado y los grandes medios.
–Dilma nombró a un economista neoliberal, Joaquim Levy, que aplicó un ajuste.
–Eso fue en el segundo gobierno (2015-2016) cuando la economía ya estaba mal, allí entró Joaquim Levy y empeoró las cosas… es verdad que el plan neoliberal que ahora realiza el ministro de Hacienda Henrique Meirelles, Levy ya lo había aplicado pero con menos intensidad.
Pero no se olvide de que Dilma fue víctima de un boicot empresarial duro en su primer mandato (2011-2014), porque ella entró con la decisión política de avanzar frente a los grupos económicos. Y la respuesta fue que nadie invertía un real, fue realmente un boicot porque Dilma los enfrentó. Y tal vez lo más duro fue el ataque del poder financiero.
–¿Luego de que Dilma bajó las tasas de interés?
–Dilma asumió en 2011 con una política económica de reducción fuerte de las tasas y el mercado se enfureció. Además, ella enfrentó al agronegocios con un código florestal para contener el desmatamiento, ella enfrentó a grupos oligopólicos con su ley de puertos. Y algo que a veces se pasa por alto al hacer el balance de su gobierno: Dilma enfrentó en serio, sin retórica, a Estados Unidos cuando canceló el viaje a Washington, una visita de Estado, en protesta porque Petrobras fue espiada por la Agencia Nacional de Seguridad.
El proyecto del capital financiero internacional tiene directrices muy claras que se aplican a todos los países de América Latina. Son la precarización de las relaciones de trabajo, la reducción del Estado, el fin del actual modelo de previsión social, internacionalización rápida y violenta de la economía. Una globalización que exige una privatización agresiva así como la venta de tierras a capitales extranjeros, un tema que molesta a las Fuerzas Armadas porque significa afectar la soberanía en la Amazonia, abrir la minería y el petróleo al capital internacional. Destruye todos los postulados del nacionalismo desarrollista.
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